Drácula
Tenía que llegar en algún momento, hablar de una historia en este blog que no me ha gustado. Hace 3 meses, mi amigo Asier me dejó este libro con su mejor intención y, aunque la edición es preciosa, toda mi emoción se ha quedado ahí. Seguramente ha sido de los libros que más me ha costado terminar.
Drácula. Un clásico conocido por todos, aunque es más popular el propio personaje que la historia en sí. La novela fue escrita por Bram Stoker en 1897, y ha recibido miles de adaptaciones y transformaciones hasta el día de hoy; series, películas, videojuegos… En aquella época, Stoker se apoyó en la figura de Vlad Tepes (Vlad el Empalador), príncipe rumano del siglo XV. La historia es curiosa, y voy a darme el lujo de contarla; su padre, Vlad II, ingresó en la Orden del Dragón (Drac en húngaro), y de ahí recibió el sobrenombre de Vlad Dracul. Su hijo, por consiguiente, se apodó Vlad Draculea (hijo de Dracul), pero lo curioso viene a continuación. En la mitología rumana, el dragón no existía y “Dracul” hacía referencia al diablo: Draculea, hijo del diablo, iba acorde al sadismo de Vlad. Se dice que tenia cierta afición a asesinar a sus enemigos y cenar con su sangre. Apodo y hobby, todo iba de la mano.
Stoker cogió la historia y la utilizó para escribir una novela sobre leyendas de vampiros y no-muertos que, con el tiempo se ha convertido en un clásico. Aunque personalmente creo que no ha envejecido bien.
Jonathan Harker, abogado, visita en Transilvania a su cliente el conde Dracula, para darle asesoramiento sobre una propiedad que ha comprado en Inglaterra. Allí conoce lo que es la oscuridad, y acaba teniendo que hacer frente a ese mal junto con sus amigos. La novela, escrita a modo de entradas de un diario, habla sobre cómo todos los protagonistas afrontan la situación sobrenatural que se les viene encima.
Para empezar, el ritmo de la novela me ha parecido muy inconsistente. El inicio no es malo, dentro de que hay muchísimas (y digo muchísimas) descripciones, creo que tiene cierto sentido; el Jonathan del principio es un hombre tranquilo que presta atención a las vistas, la arquitectura, los paseos… y luego vemos cómo hay un cambio tanto en su personalidad como en su forma de escribir en el diario. Los momentos de tensión de esta primera parte del libro me han gustado mucho, viendo en primera persona cómo ha ido la evolución en el castillo del conde. Y me da pena, porque creo que la novela ni siquiera llega a rozar ese nivel en el resto del desarrollo. A partir del cambio de escenario, todo cae en picado; conversaciones y monólogos exageradamente extensos y descriptivos, relaciones entre personajes demasiado aceleradas, poco progreso de la narrativa y muchos puntos de vista innecesarios.
Los personajes no me han gustado en absoluto. No se salva ni uno solo. Empezando por los protagonistas, que siento que son todos la misma persona con diferente nombre, y siguiendo por el conde. Todos los personajes que seguimos tienen la misma forma de expresarse y de comunicarse, y ninguno tiene un rasgo distintivo. El conde, personaje al que sólo vemos al principio, promete más y si genera cierto interés, pero está ausente toda la novela. Solo vemos como otra gente afronta las consecuencias de sus actos, pero nada más. Demasiado de unos, muy poco de otro.
Y el final. No tengo palabras para describir la sensación con la que me he ido a dormir después de terminar (auto-obligándome) el libro. Decepción se queda muy corta. Es un desenlace apresurado, y en el momento en el que más podría extenderse Stoker y hacernos ver la maldad y el peligro real de Dracula, se le acaba la tinta. Un personaje sobrenatural, que ha vivido durante siglos y que es el mal en persona; y tiene este final. Eso si que me ha parecido sobrenatural.
No es un libro que recomiende prácticamente a nadie. Si te gusta decir que has leído ciertos clásicos, entiendo que ya lo conoces o que lo tienes en la lista de pendientes; pero si eres un lector que sólo busca entretenimiento y desconectar del día a día, siento decirte que va a ser complicado que esta novela te atrape.
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